Crece en Colombia la preocupación por consumir con responsabilidad ambiental y social como lo demuestra el ‘slow fashion’, un movimiento global que busca darle una segunda vida a las prendas de vestir.
Si se mira bien, el ‘slow fashion’ no es algo completamente nuevo. Como lo menciona María José Parra, creadora de la marca ‘AyMaría!’, las mamás y abuelas ya eran expertas en eso: “A un rotico le hacían un parche, a una mancha un bordado, si la ropa ya no quedaba porque el muchacho había crecido se le ponía un pedazo de tela, si la prenda ya no daba más se sacaban cuadritos para cubrelechos o si estaba muy acabada la volvían un trapo de la cocina”.
Según Catherine Villota, especialista en moda, el ‘slow fashion’ es una tendencia que llega para “ponerle un freno a esa ansiedad y ese vértigo de producir y comprar ropa” y generar conciencia sobre estos procesos de creación, diseño, producción y consumo.
Por medio del ‘slow fashion’ se trata de preguntarse sobre la necesidad de producir ropa de manera desmesurada, sobre la responsabilidad social que deben tener las empresas con sus trabajadores e, igualmente, sobre el compromiso con el consumidor, “viendo qué tan rápido realmente necesitan cambiarse las prendas. De esa forma comienzan a pensarse estas nuevas dinámicas de una moda sostenible”.
Las prendas se pueden utilizar una gran cantidad de veces, a menos que la fibra se desgaste o que estén hechas de un material que se dañe más rápido. Incluso, es posible rediseñar la ropa una y otra vez o regalar aquello que ya no se use, para que le den un uso diferente, que al mismo tiempo podría ser novedoso.
“El ‘slow fashion’ es una puerta hacia la posibilidad de ser más creativos en los diseños y en la combinación de esas prendas”, considera Gloria Saldarriaga, asesora en arte y moda, quien resalta que esta tendencia es vital para el medio ambiente y que, para el consumidor, es ese granito de arena que puede poner al planeta.
Otra forma de ayudar sería buscando que las prendas estén compuestas de fibras sostenibles o ecoamigables como el algodón, fibras PET derivadas del plástico o las fibras del cáñamo, aquellas que afectan menos la tierra y el suelo, según explica Villota, quien invita a las personas a pensar de forma más consciente la ropa que están comprando.
‘AyMaría!’ es una de las diversas marcas colombianas dedicadas al ‘slow fashion’, que busca poner en práctica un poco de lo que hacían las abuelas. Para la realización de las prendas trabajan con telas de alta durabilidad y calidad, pero su insumo principal son los retazos textiles o camisas de tallas extra grandes, que iban a ser desechadas al no venderse.
Estas prendas se ‘desbaratan’ y transforman en piezas completamente nuevas. Así combaten la moda rápida o ‘fast fashion’.
“A través de los años hemos implementado más acciones sostenibles: aplicamos el ‘zero waste’, que quiere decir que no desperdiciamos ni un centímetro de tela; hacemos, en cambio, un tipo ‘patchwork’, en el que unimos pedazos o retazos que sobraron de nuestras colecciones pasadas y creamos una tela nueva la cual usaremos después”, explica Parra.
“La vida no es desechable y todo lo que botamos tiene un impacto”, agrega.
Parra aclara que incluso trabajan con materiales no biodegradables, como los derivados del petróleo (poliéster), las fibras sintéticas que están teñidas o el denim (o tejido vaquero). ‘AyMaría!’ usa retazos de ropa de grandes marcas, que podrían contener estas fibras, para prolongar su vida útil y evitar que estas lleguen a los vertederos y se queden ahí por años.
Algunas incluso pueden durar 200 años mientras se descomponen.
“Estamos en tiempos donde es necesario un cambio. Muchas veces no sabemos el impacto ambiental que pueden tener nuestras decisiones de compra. El slow fashion es volver a lo simple, es valorar el trabajo de las personas de nuestra comunidad y que se vea beneficiado quien hizo el producto directamente”, opina Parra.
Consejos para ayudar al medio ambiente con la ropa que se compra
Para que el ‘slow fashion’ funcione, la apuesta por el cambio debe ser desde todos los frentes: consumidores y empresarios.
“Uno puede hacer ‘slow fashion’ en la casa teniendo, como yo siempre digo, un closet vivo, donde las prendas roten, ya sea porque las regalas, las vendes o se las prestas a las amigas”, comenta Saldarriaga, mientras invita a las personas a “dejar a un lado ‘el misterio’ de poder repetir una prenda, para no tener que comprar un vestido siempre que haya una fiesta”.
Según Beatriz Arango, experta en moda, los consumidores pueden aportar al medioambiente siguiendo estos consejos:
1. No comprar tanto, solo lo que sea lo necesario. No dejarse ganar por el impulso del ‘fast fashion’ que, según Villota, genera el “vértigo de tener que estar a la moda todo el tiempo».
2. Usar muchas veces la prenda que se compra: “Hay quienes estiman que el ser humano, antes de aburrirse de una prenda, la usa solo siete veces”, aclara Arango. Por eso invita a comprar piezas versátiles, fáciles de usar y combinar.
3. No lavar la ropa por cada uso, buscar hacerlo solo cuando sea estrictamente necesario y así reducir el consumo de agua.
4. Planchar solo cuando sea estrictamente necesario para reducir el consumo de luz. Arango recomienda guardar la ropa y solo plancharla cuando se va a utilizar.
5. Volver a la práctica de ceder la ropa a los familiares menores o donarla a quien lo necesite.
6. Promover en la casa unos consumos conscientes: “No porque lo tiene mi amigo lo debo tener yo, no porque esté de moda lo debo tener yo”, concluye Arango.